Por: Joel Hernández

La comunicación efectiva es el pilar que mantiene unido y en marcha a cualquier equipo. De acuerdo con un estudio de The Economist, el 60% de los problemas laborales surgen por fallas en la comunicación. Sin embargo, comunicar no significa únicamente transmitir información, también implica cuidar el modo y el medio en el que se transmite.

En la era digital, uno de los principales obstáculos es la saturación de aplicaciones: Slack para mensajes rápidos, correo electrónico para lo formal y WhatsApp para lo urgente. El resultado son contextos perdidos, notificaciones tóxicas y prioridades diluidas. Una solución práctica es aplicar la regla del 2×1, es decir, utilizar máximo dos plataformas oficiales, por ejemplo Teams para lo operativo, y un solo canal para urgencias reales, como un SMS o una llamada.

Otro error frecuente es caer en el mito de la transparencia, creyendo que subir todo a la nube garantiza que la información será leída. En la práctica, los documentos enterrados en carpetas terminan creando zonas muertas de información, que a su vez generan malentendidos. Para resolverlo, puede implementarse una estructura de capas: en la primera capa, enviar un mensaje directo con un enlace concreto; en la segunda capa, etiquetar en los comentarios a la persona indicada con una pregunta específica; y en la tercera capa, programar una reunión de siete minutos si no hay respuesta en 24 horas.

La comunicación efectiva en equipos no depende solo de la cantidad de herramientas disponibles, sino de los hábitos y la disciplina con los que se usan. No se trata de acumular plataformas, sino de crear reglas claras, rutinas compartidas y espacios de retroalimentación.

La comunicación efectiva no surge de manera espontánea, se construye día a día con estructura, constancia y, sobre todo, con escucha activa. Aplicar estas prácticas no solo incrementa la eficiencia, también fortalece la confianza y la colaboración.

 

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